El crecimiento y desarrollo infantil
El crecimiento y desarrollo del niño son dos fenómenos íntimamente ligados, sin embargo conllevan diferencias que es importante precisar. Se entiende por crecimiento al aumento del peso y de las dimensiones de todo el organismo y de las partes que lo conforman; se expresa en kilogramos y se mide en centímetros.
El desarrollo implica la biodiferenciación y madurez de las células y se refiere a la adquisición de destrezas y habilidades en varias etapas de la vida.
Todos los niños de edades comprendidas entre los primeros meses de la vida y los tres años deben acudir a su revisión periódica, con el pediatra para que los mida y los pese, lo que le permitirá en cada caso orientar a los padres en su manejo.
El aumento regular de peso y talla es el indicador más confiable de que el niño goza de un buen estado general de salud y se desarrolla adecuadamente. Los padres deben recordar que lo importante es el aumento de peso y talla de cada niño en particular y no su peso relativo respecto al de otros niños.
Se recomienda pesar y medir a los niños cada mes. Si los padres y el pediatra no aprecian ningún aumento en el peso y la talla durante dos meses seguidos, puede ser señal de que existe algún problema o bien que éstos se vean frenados por alguna enfermedad.
Al mes de edad el niño tiene un peso promedio aproximadamente de 3.750 a 4 kilos y mide 53 centímetros, todavía mantiene sus manos empuñadas y cuando está despierto prefiere estar acostado boca arriba. Al colocar al niño en posición vertical es capaz de mantener erguida su cabeza por unos segundos. Sigue los objetos con sus ojos y con el movimiento de la cabeza. Es capaz de llorar con gran intensidad y responde en forma positiva a ciertas comodidades y satisfacciones. A los tres meses da muestras de gusto al ver a la persona que lo atiende habitualmente, desde esta edad se va afirmando su sentido de seguridad al ser tratado afectuosa y correctamente, pesa de 5 a 6 kilos y mide de 58 a 60 centímetros. A los cuatro meses pesa un promedio de 6.5 kilos y mide de 62 a 63 centímetros y a los seis meses pesa un promedio de 7.5 kilos y mide 67 centímetros. Del tercero al sexto mes de edad, sus posturas suelen ser simétricas, con la cabeza en la línea media. Sostiene su cabeza bien balanceada cuando se le coloca en posición vertical y es capaz de rotar sobre sí mismo y por tanto caerse de la cama. Sigue con la vista los objetos que se mueven lentamente y cuando se ponen frente a él objetos que cuelgan, mueve los brazos activamente. A los siete meses pesa de 7.5 a 8 kilos y mide de 68 a 69 centímetros, ya se sienta apoyándose sobre sus manos y brinca activamente cuando se le coloca en posición vertical. Ya es capaz de agitar y golpear la sonaja o de cambiar un juguete por otro. A los ocho meses pesa de 8 a 8.250 kilos y mide de 70 a 72 centímetros; ya se pone de pié utilizando las manos para sostenerse, vocaliza el sonido mmm y emite el de algunas vocales. Es capaz de llevar sus pies a la boca, puede sentarse sin ayuda, gatear y mantenerse de pié al apoyarse en los muebles. El sentido de imitación que existe desde el nacimiento es perfecciona, es capaz de despedirse y palmear. A los nueve meses pesa entre 8.5 y 9 kilos y mide de 70 a 72 centímetros, se sienta solo, gatea y se pone de pié sin ayuda. Responde a su nombre y se encuentra mejor adaptado al medio que lo rodea. Come por sí solo galletas y es capaz de sostener el biberón sin ayuda. Al año de edad pesa alrededor de 9.250 y mide de 75 a 76 centímetros, participa en juegos sencillos y coge un objeto cuando se le indica, gatea libremente y puede dar algunos pasos ayudándose con los muebles o sosteniéndolo de una mano. En su segundo año el pequeño solamente aumenta 2.5 kilos y crece de 12 a 13 centímetros (en el primer año aumenta 6 a 7 kilos y de 25 a 30 centímetros).
La alimentación del niño juega un papel de primordial importancia en su crecimiento y desarrollo. Para garantizar que el niño está recibiendo una alimentación suficiente hay que recordar que la leche materna constituye por sí sola el mejor alimento posible para un lactante durante los cuatro a seis primeros meses de la vida.
El niño a partir del cuarto al sexto mes, necesita otros alimentos además de la leche materna para satisfacer adecuadamente sus necesidades. Los niños menores de tres años deben alimentarse de cinco a seis veces al día, ya que el estómago del niño es mucho más pequeño que el de una persona adulta, y como requiere de un mayor aporte energético es necesario alimentarlo con frecuencia, además de enriquecer la papilla de frutas y verduras.
Para lograr el pleno desarrollo físico, mental y emocional del niño es necesario que tenga a su lado personas que le hablen, que jueguen con él y que le den muestras de afecto, ya que todos los niños necesitan mantener una relación íntima, sensible y de cariño con la o las personas adultas que cuidan de ellos. Desde recién nacido, el niño es capaz de dar y recibir afecto, de relacionarse con otras personas, el hecho de sentirse amado y deseado son vitales para su desarrollo interior, ya que sobre esta base se construirá su sentimiento de seguridad, de confianza en sí mismo y su capacidad para relacionarse adecuadamente con las demás personas y con el mundo en general. Hay que recordar que la mente del niño, al igual que su cuerpo, necesita ayuda para desarrollarse y que "los tres alimentos" para el desarrollo mental son: la comunicación, el juego y el cariño. El niño necesita escuchar palabras de aliento y de cariño, recibir caricias y sonrisas, que se le escuche y lo estimulen a responder con sonidos y movimientos desde los primeros meses de vida. La atención que reciba de sus padres para lograr un desarrollo físico y mental normal es indispensable, recordando que el niño necesita gozar de libertad para explorar y jugar, el juego es una actividad esencial del proceso del crecimiento, ya que favorece las habilidades mentales, sociales y físicas, dentro de las que destacan, la capacidad de hablar y caminar.
La creatividad de un niño requiere de estímulo, para que se desarrolle al máximo, debemos invitarlos a explorar el mundo que lo rodea, a buscar soluciones de los problemas más frecuentes, a poner en práctica sus ideas y decisiones, pero sobre todo para que los niños tengan un buen crecimiento y desarrollo necesitan que se les alabe, que se les respete y se les reconozcan sus logros y esfuerzos.
El crecimiento y desarrollo infantil es también responsabilidad de los padres y de su pediatra, quienes deben tomar en cuenta que estos dos procesos se encuentran ligados y que son parte de las etapas de evolución del ser humano y que se facilitará su proceso a base del conocimiento, de la experiencia y del cariño.
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